La milsim comenzó con los americanos posicionados lejos del territorio afgano, mientras las fuerzas insurgentes tenían el control de una pieza clave de artillería avanzada. El equipo americano se vio obligado a infiltrarse a través de caminos difíciles, evitando ser detectados, pero al entrar en territorio afgano, encontraron problemas con civiles que pastoreaban cabras. A pesar de la situación, continuaron su avance hacia la artillería enemiga, lugar donde debían establecer su campamento.

Después de un duro enfrentamiento, y tras sufrir numerosas bajas, los americanos lograron limpiar la zona y comenzaron a establecer su base. Sin embargo, las fuerzas insurgentes no cedieron fácilmente y mantuvieron una resistencia feroz durante más de una hora, intentando retomar el control de la posición.

Mientras tanto, un equipo insurgente fue enviado a rastrear un área donde habían detectado la caída de una parte del avión de reconocimiento derribado. Después de 50 minutos de búsqueda, encontraron al copiloto. Aprovechando la situación, lo capturaron, le colocaron un pasamontañas y lo llevaron por todo el territorio, burlándose de él. Posteriormente, grabaron su eliminación y lo colgaron en la calle principal como símbolo del poder insurgente.

A partir de este momento, la situación escaló drásticamente. En uno de los enfrentamientos entre las fuerzas americanas y los insurgentes, un niño civil de 8 años resultó herido y lamentablemente perdió la vida. Esto provocó una gran indignación entre los civiles y las fuerzas insurgentes, quienes consideraron que los americanos habían cruzado la línea al invadir su territorio y causar la muerte de inocentes. Como respuesta, los civiles organizaron una manifestación para exigir explicaciones y justicia por lo sucedido.

La manifestación se dirigió hacia el campamento base americano, reclamando que alguien bajara a hablar con ellos y diera una respuesta sobre lo ocurrido. Tras mucha tensión, finalmente un reportero y una unidad americana bajaron para intentar calmar los ánimos. Sin embargo, la situación se tornó insostenible. Los insurgentes, frustrados por la falta de ayuda y respuestas, abrieron fuego, eliminando a todo el batallón americano excepto al líder, quien fue capturado y llevado lejos del territorio conocido.

El líder llevaba consigo un rastreador, pero fue transportado tan lejos que las fuerzas americanas no pudieron organizar un rescate a tiempo. En un desenlace trágico, murió víctima de un chaleco bomba y de la brutalidad de sus captores, tras haber soportado insultos y agresiones por parte de las fuerzas insurgentes.